Conforme se acercan las vacaciones cada vez nos apetece mas hacer una escapada a otro país. En este post te hablamos de dos tendencias de actualidad: la búsqueda de vuelos baratos y el turismo slow.
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Turismo slow
Tomar vuelos baratos es cada día más sencillo con portales como Despegar o TripAdvisor. O cualesquiera otros que permiten acceder a cientos de itinerarios, aerolíneas y destinos, en los que puedes disfrutar de un fabuloso viaje de vacaciones.
Los vuelos low cost te permiten descansar, conocer nuevos paisajes y disfrutar de la gastronomía local, sus frutas exóticas de temporada y el calor de su gente… Idealmente, al menos, así debería ser un viaje.
No obstante, la cultura de las redes sociales, el consumismo y las aspiraciones muchas veces nos llevan a saciar la necesidad de abordar un vuelo económico y “cumplir con el cronograma”. Anteponemos el precio a nuestra necesidad primordial de reponer energías. O de aprender sobre las diferencias culturales del lugar que visitamos. O de apreciar las sutiles diferencias entre nuestro hogar y el mundo.
¿No te ha pasado alguna vez que tras un viaje hecho hace apenas 2 ó 3 años, muestras las fotos a tus amigos y son pocos los verdaderos recuerdos que tienes sobre el lugar?
Claro, cumpliste con el checklist de “lugares indispensables a conocer cuando visitas tal ciudad” pero, ¿realmente estuviste ahí o sólo aprovechaste al comprar pasajes baratos de avión y tomaste cientos de fotos?
Vuelos baratos a pequeñas ciudades
Frente a estas ansias de volar a cualquier precio, en Europa ha surgido un movimiento conocido como «slow food» por oposición al norteamericano «fast food». Este movimiento plantea el consumo consciente de alimentos cuidando sus valores nutricionales, la relación entre el productor y el consumidor o los sabores locales. O el rescate de la hora de la comida como una pausa necesaria para agradecer el funcionamiento de nuestro cuerpo y mente.
En este sentido, el diseño de menúes y de la experiencia gustativa en general del slow food se caracterizan por la ambientación, el mobiliario, el servicio y la decoración.
Nos brindan una sensación de grato recibimiento a los comensales, concepto que difiere en gran medida de las cadenas de restaurantes con presencia a nivel mundial cuya objetivo de venta a veces termina por dificultar el verdadero disfrute de la comida.
De forma similar, ha surgido un nuevo planteamiento turístico cuya filosofía es mostrar el lado más real de la localidad turística, el turismo slow.
Inicialmente esta nueva forma de entender el turismo ha tomado vuelo en pequeñas ciudades y suburbios alejados de los grandes centros turísticos que, por su gran movimiento y densidad poblacional, resultan invasivos para la experiencia de conectarse con nuevas culturas y tradiciones.
Bajo la lógica del descanso y de la experimentación de aspectos más reales del país que nos recibe, el turismo slow resulta una gran opción para aprovechar los mejores precios en vuelos y reconectar contigo mismo, con el entorno y con los otros. Esta propuesta busca que el turista se recupere, por diversos métodos, del acelerado ritmo de vida que llevamos actualmente.
Para ello se valen del recurso de la simplicidad. Sin rayar en el conocido modelo de Chateau-Spa o centro de retiro espiritual, el turismo slow apuesta por centros turísticos de hospedaje más discretos, cercanos al campo y a la vida artesanal, todo bajo la consigna de “permitir que las cosas pasen”, es decir, dejar que orgánicamente todo fluya para el viajero, sin presiones de ningún tipo.
Con propuestas vacacionales de al menos 15 días, que estratégicamente resulta espléndido para conseguir vuelos económicos, este servicio implica que si el huésped desea permanecer simplemente durmiendo durante un día, la habitación permite el mejor de los descansos sin interrupciones de ningún tipo.
De alguna forma, el propósito del turismo slow es rescatar el sentido real de las vacaciones: descansar y reponer energías. Busca recuperar la interconectividad y la espontaneidad de relaciones más reales entre las personas y el paisaje, permite crear verdaderos recuerdos de un viaje y fomentar el intercambio entre visitantes y visitados para lograr una conexión más honesta con el lugar.
Calma, relajación y silencio son los estandartes de este nuevo método para aprovechar tus boletos baratos de avión, sin dejar de lado la diversión, el aprendizaje y el contacto con las novedades de otras latitudes. Un viaje que te enseñe cosas sobre ti mismo y sobre el lugar, más que sobre atajos, horas de atasco, largas líneas de espera y objetivos por alcanzar en poco tiempo.
Turismo slow una nueva forma de relajarse
Los guías de las localidades europeas que ofrecen este formato de turismo slow, fomentan las conversaciones y situaciones en las que el viajero pueda entablar un vínculo con las producciones locales. También fomentan degustar un buen vino o incluso participar de la vendimia, conocer a los labriegos y participar de la cosecha.
Regresar a casa con la maleta llena de recuerdos y emociones en vez de mapas y souvenirs comprados a último minuto en el aeropuerto.
Claro, este modelo puede resultar más reparador para un tipo específico de personas cuyas obligaciones o ritmo de vida les impidan mantener un nivel de relajación saludable.
Pero, ciertamente, el turismo slow nos ayuda a replantearnos qué tanto de la visión de productividad, cumplimiento de agenda y propósitos laborales, se ha colado a otros espacios de nuestras vidas.
En tu próximo viaje
En tu próximo viaje, cualquiera que sea el destino o modalidad (mochilero, viaje de negocios, biciturismo, viaje familiar o luna de miel), ten en mente lo que significa un viaje.
Un viaje implica la idea de “trasladarnos” es decir, movernos, cambiar de sitio y así dejar atrás los problemas, las preocupaciones y, si es posible, la sensación de que estamos en lucha constante contra el reloj.
Crea un itinerario que contemple al menos unos minutos de calma durante la jornada.
Entabla conversaciones con desconocidos, con otros viajeros, con los trabajadores del hotel en el que te hospedas, apuesta por restaurantes de especialidades que no has probado antes. O, mejor aún, dedica al menos un día de tu viaje a la espontaneidad de vivir sin cronograma alguno y dedícate a fluir con el ambiente, ¡Te lo mereces!
Fantastico post. Gracias por publicarlo…Espero màs…
Saludos