En este post contamos lo ocurrido en un café de Playa del Inglés al pedir unos zumos de naranja (orangensaft).
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Viaje por Gran Canaria
Nuestro periplo por Gran Canaria empezó hace unos días tras el susto de la comisión de 45 euros por pagar nuestros billetes de avión con tarjeta VISA en Spanair.com. Son días a disfrutar en familia en los que consumes en un montón de sitios (bares, restaurantes, hoteles, coches del alquiler, tiendas, comercios, mercadillos, etc.) y surgen algunas situaciones de esas que nos gustan a los que nos tomamos nuestros derechos en serio.
Como en la capital Gran Canaria hay estos días de agosto de 2011 una obstinada «panza burro» hemos decidido alquilarnos un coche y bajarnos a Maspalomas y La Playa del Inglés, donde nos aseguran los amables isleños que siempre hace sol. Y así es.
Entrando en la magnífica Playa del Inglés hay una serie de «chiringuitos» y cafés donde a los niños les gusta refrescarse antes del baño matutino. Elegimos el más próximo a la entrada principal de esta playa, que se llama Café Mozart y pedimos a la empleada (canaria y muy amable) que nos atiende, tres zumos de naranja y un café con leche.
Pero ¡¡¡sorpresa!!! A la hora de pagar nuestra consumición, el ticket viene todo en alemán. Ni una palabra de castellano. El ticket dice así:
Nuestro asombro es grande cuando le preguntamos a la encargada por qué no nos dan un tique en castellano:»El dueño es alemán y así lo quiere».
Pedimos una hoja de reclamación y lo notificamos a la Dirección General de Ordenación de Infraestructura Turística de la Consejería de Turismo y Transportes del Gobierno Canario.
Pero ni nos acusaron recibo ni nadie se puso en contacto con nosotros.
La opinión de Consumoteca
El consumidor en España tiene derecho, obligación para los comercios (incluidos los bares y restaurantes), a que se le entreguen documentos que pueda entender y en el idioma del Estado en que se encuentre.
La norma es clara:
«Los restaurantes y restaurantes-bares, con respecto a las comidas, tienen que expedir facturas obligatoriamente, en las que deben hacer constar los diferentes conceptos con sus respectivos precios por separado y en escritura inteligible para el cliente, y no pueden cobrar otros conceptos no solicitados por éste».
El tique de compra y la factura son dos documentos de gran utilidad en el caso de una falta de conformidad del producto comprado o servicio contratado.
Gracias a ellos podemos reclamar y exigir al comerciante vendedor la reparación del producto en garantía o de cualquier daño causado por un producto en mal estado (en nuestro ejemplo, una intoxicación alimentaria).
Cada vez es más frecuente la impunidad de muchos comercios de restauración regentados por nacionales de otros países de la Unión Europea (o de fuera) que no informan debidamente en castellano (al menos) de lo que venden.
Es cierto que tienen su público pero eso no es excusa para relajar sus obligaciones. Habría que ver el mismo caso, una cafetería que entregara tiques de consumiciones sólo en español, en Alemania.