La ciberseguridad es una cuestión clave hoy en día. No solo para las empresas, sino también para los usuarios particulares. Al fin y al cabo, cada vez realizamos más compras en línea y pasamos conectados más tiempo a la Red. Por ello, aquí queremos explicarte tres alternativas totalmente complementarias que pueden servirte para garantizar la confidencialidad de tus datos.
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Instala un servicio de VPN
Las redes privadas virtuales, más conocidas como VPN (Virtual Private Networking), son especialmente útiles a la hora de mantener tu privacidad en línea. Los motivos son muchos y muy variados.
El primero de ellos es que lleva tu dirección IP a un lugar diferente al que te sitúas realmente. De este modo, las páginas web que visitas no pueden geolocalizarte a través de ella.
Esto, por ejemplo, te brindará acceso a portales online de acceso restringido en el área geográfica en que resides. Pero no solo eso. Las VPN crean túneles seguros que cifran la información que proporcionas, por ejemplo, al comprar por Internet.
Por tanto, es imposible que un hacker pueda acceder a ella y, por ejemplo, suplantar tu identidad.
Es cierto que las redes VPN pueden ralentizar la velocidad de la conexión a Internet. Sin embargo, esto queda compensado por otro hecho. Generalmente, los operadores limitan tu ancho de banda para que, por ejemplo, no la satures realizando descargas.
Estos programas eliminan dicha limitación, por lo que al final acabas navegando más rápido.
Utiliza un buen antivirus
Ningún servicio puede garantizarte un 100 % de eficacia a la hora de protegerte frente a ciberamenazas. Por ello, cuantas más barreras pongas, mejor. Un antivirus que se actualice cada poco tiempo es la mejor garantía de que podrás hacer frente a cualquier ataque si supera la barrera de la VPN.
Además, estos programas también tienen una función preventiva. Por ejemplo, pueden decirte cuál es un casino seguro en España y cuál no.
Para ello, empieza analizando la dirección URL, que debe usar siempre el protocolo HTTPS. Además, analiza los reportes de otros usuarios, los protocolos empleados para la encriptación de datos de sus usuarios, etc.
Por su lado, al igual que sucede con las redes VPN, los mejores antivirus del mercado pueden protegerte al usar una WiFi pública, es decir, una conexión inalámbrica a Internet que no está protegida por contraseña y a la que cualquiera puede acceder.
Aun así, no te aconsejamos realizar operaciones a través de ellas, ya que son muy fáciles de hackear. Nunca abras tus apps bancarias ni compres por Internet usándolas.
Crea contraseñas fuertes y seguras
Es otro aspecto fundamental. Habitualmente, los servicios más vulnerables se encuentran protegidos mediante contraseñas. Solo tienes que pensar en tu cuenta de correo electrónico o en tus servicios de banca electrónica.
Por ello, a la hora de crear las claves de acceso, debes usar mayúsculas, minúsculas, números y símbolos.
El problema de usar todos esos elementos es que, posteriormente, puede costarte mucho recordar tus contraseñas. ¿La solución? Usar un buen gestor de claves que las genere automáticamente, las almacene en la nube y las recupere cuando sea necesario.
De hecho, muchos de ellos se integran en los navegadores web con el propósito de agilizar el proceso. Una cookie es la responsable de saber cuál corresponde a cada sitio.
Generalmente, estos gestores de claves vienen de serie en los programas antivirus. Pero, si el tuyo no cuenta con uno, no te preocupes. En Internet hay multitud de opciones al respecto.
En definitiva, si combinas una VPN con un buen antivirus y, además, utilizas un generador aleatorio de contraseñas, las posibilidades de que seas víctima de un ciberataque al navegar por Internet o de que sufras el robo de tu información personal se verán reducidas prácticamente a cero. ¿El motivo? Juntos, crean una barrera protectora casi inexpugnable.
Esto, unido a otros consejos básicos de ciberseguridad, puede proporcionarte la tranquilidad que necesitas a la hora de gestionar tus aplicaciones bancarias y, sobre todo, de realizar compras online. Hablamos, por ejemplo, de mantener siempre tu sistema operativo y tus programas actualizados.
La razón es simple. Las versiones obsoletas de software son el nicho perfecto para que los ciberdelincuentes creen y difundan archivos maliciosos.