El mundo del Consumo anda un poco revuelto los últimos años y con el actual panorama mundial no es de esperar que no lo sea menos en el futuro. Instituciones, empresas y consumidores asistimos a un cambio de paradigma en el que nada será como fue en los plácidos años de crecimiento económico. El reto para cualquier marca comercial y para la agencia de marketing que gestione sus campañas es enorme.
En este post disertamos sobre las cosas que esperamos los consumidores de las marcas que compramos, en los próximos años, a la luz de cómo está el mundo que nos rodea.
Tabla de contenidos
Cómo está el mundo
De un tiempo a esta parte una especie de tormenta perfecta está afectando a las economías de mercado tales y como las conocíamos hace poco.
Las calamidades climáticas, la escasez de suministros, la guerra de Ucrania, la escalada de precios del petróleo, gas y luz y el fin de una década con tipos de interés prácticamente planos, se han puesto de acuerdo para golpearnos a la vez.
El principal riesgo de este panorama global es que pone de manifiesto lo arriesgado que es tener una dependencia de otras zonas del mundo en cuanto a materias primas, agricultura o industria. Y como consecuencia de esta dependencia, parece que se cuestiona el fenómeno de la globalización.
Y todo hace pensar que pronto volveremos, poco a poco, a una situación de proteccionismo económico. Quizás no tanto como durante el «mercantilismo» del XIX, pero qué duda cabe que las grandes áreas económicas del mundo van a tender a ir «a lo suyo» y velar por sus intereses más que antes.
Todo esto, afecta de plano a las organizaciones, empresas e industrias a nuestro alrededor. Y también nos afecta a nosotros los consumidores.
Un nuevo consumidor a la vista
En el pasado, el factor determinante del Consumo lo formaba el poder adquisitivo prácticamente en exclusiva. Si tenías dinero, podías consumir. Si no lo tenías, podías tirar del crédito de tu tarjeta. Queríamos poseer las cosas materiales, las usáramos o no.
Sin embargo, con la llegada de la revolución tecnológica que es Internet, la eliminación de los intermediarios que propicia y el lanzamiento de nuevos modelos de negocio, las cosas están cambiando.
Las tendencias de consumo 2023 que entrevemos en Consumoteca, afectarán a las marcas de la siguiente manera:
Auge de las marcas blancas
La marca blanca (o de distribuidor) es un producto básico fabricando por un fabricante exclusivamente para un distribuidor, siguiendo sus indicaciones y bajo el embalaje de este.
El fabricante puede ser un tradicional productor de marcas de producto conocidas o dedicarse a fabricar para el distribuidor.
Hasta 2007, nuestra percepción sobre la marca blanca era la de un producto «cutre» por barato. Pero desde la crisis de finales de ese año, coronavirus y crisis actual, el consumidor ha cambiado se percepción sobre estos productos.
Y lo ha hecho porque, en contra de lo que se pensaba, estos productos tienen una calidad más que aceptable. Lo que nos lleva a la siguiente derivada. ¿Qué tiene que ofrecer la marca tradicional para seguir siendo la preferencia del consumidor?
Productos nuevos baratos o reacondicionados
Hoy en día, es muy difícil diferenciarse en un lineal de alimentos de un supermercado. Si miras el mercado de la electrónica de consumo, verás que hay muy pocas marcas que realmente destaquen por sus productos novedosos e innovadores.
Desde la llegada del primer iPhone en junio de 2007, poco ha cambiado en los smartphones. Y, sin embargo, han surgido un montón de imitadores, con políticas de precios de derribo, procedentes de China, sobre todo.
Los consumidores ya no quieren pagar nada por la supuesta «exclusividad» de una marca que se han dado cuenta de que difícilmente justifica un precio elevado, cuando todos ofrecen lo mismo más o menos.
Además, surge con fuerza la venta de productos nuevos reacondicionados tras devolverlos el comprador original sin utilizar. Las marcas deben estar atentas a esta forma de comprar.
Economía circular
La economía circular es un fenómeno interesante directamente vinculado con nuestra percepción sobre el impacto del consumo sobre el planeta.
Los consumidores comenzamos a valorar la compra de artículos de segunda mano o reciclados, dejando atrás cualquier tipo de escrúpulo, incluso con la ropa. Esto es un golpe a la línea de flotación de muchas marcas, sobre todo del textil, que, hasta ahora, vivían de inundar los lineales con nuevas propuestas, cada semana.
Sin embargo, numerosas marcas ofrecen productos reciclados o la recogida de sus productos usados a cambio de uno nuevo, como reclamo para ser más circulares.
El pago por uso frente a la posesión
Otra característica interesante del nuevo consumidor, sobre todo los más jóvenes, es que ya no necesitan un coche como primer deseo aspiracional tras recibir su primer sueldo.
Los jóvenes actuales han crecido en una economía de servicios en los que se paga por el uso, cueste lo que cueste. Quieren lo mejor y vivir bien, pero no necesariamente poseer cosas.
Esto impacta directamente en las marcas, que deben ofrecer modelos de alquiler o suscripción más atractivos frente a la venta tradicional, a la espera de ganar dinero con el «mantenimiento».
Ahora, los consumidores queremos pagar una cuota que incluya «todo», guardándonos el derecho a desistir del producto o servicio con rapidez y sin penalizaciones.
En conclusión
Las marcas deben trabajar para reducir el impacto de sus métodos de producción, animándose a reciclar, a recoger, a «trocar» producto usado por producto nuevo reciclado.
Los consumidores cada vez somos más conscientes del poder que tenemos frente a las marcas a la hora de optar por una u otra oferta.
No se puede luchar contra la falta de transparencia con un medio abierto como Internet en el que nadie posee la comunicación.
Las marcas que recojan estos testigos serán las más deseadas y respetadas en nuestras próximas decisiones de compra.