El fallecimiento de un ser querido es una de esas etapas de la vida por la que necesitamos atravesar para darnos cuenta de lo que supone la pérdida, y de lo poco que sabemos sobre comportamiento y etiqueta en estos trances como hacer acto de presencia o no, o sobre dar el pésame a distancia.
En este post te hablamos de los diferentes pasos a dar a los familiares, las formas y tonos adecuados para dar el pésame y tipos de recuerdos que se pueden regalar a los familiares del ser perdido.
Una buena opción sería regalar un colgante para guardar las cenizas, pelo o hilo de ropa para que pueda llevar a su ser querido cerca de su corazón, sin duda un regalo que te agradecerá siempre. Mira aquí los beneficios de estas joyas para cenizas.
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La muerte es la consecuencia de la vida
Desde el momento en que venimos a este mundo, tenemos una vida por delante que, más larga o corta, terminará con la muerte, mejor tarde que pronto.
Quien no tenga asumido que la muerte es el paso natural y definitivo de una vida, desde luego va a tener una sensación de angustia permanente sobrevolando sobre su existencia, así que mejor aceptar que la muerte es la consecuencia de la vida.
Por eso siempre se ha dicho que hay que vivir cada día como si no hubiera mañana. O que hay que estar agradecidos por todas las cosas que tenemos y que podamos disfrutar a diario.
La muerte de un ser querido
El fallecimiento de un ser querido, de alguna manera, viene a confirmar que no somos nada, ni nadie.
Para los que permanecen es una enseñanza sobre aprender a disfrutar más y elevarnos con las cosas que más importan. Y a decirnos más «te quieros» y echarnos menos reproches.
Qué dice la etiqueta en estos casos
Cuando fallece una persona de nuestro entorno, lo primero que hay que tener en cuenta es el grado de proximidad y vinculación que teníamos con la misma, para poder modular la forma y etiqueta con las que dirigirnos a sus familiares durante las distintas fases de su duelo.
No es lo mismo un viejo amigo de promoción que conocimos a los 20 años y no volvimos a ver durante años, que un familiar directo o que un compañero del trabajo con el que no nos llevábamos o, al contrario, al que apreciábamos mucho.
Tampoco es lo mismo la forma de entender la comunicación entre personas de una determinada edad y educación que la que se efectúa entre jóvenes, cuando se pierde a esa persona querida.
Fases del entierro y etiqueta en cada una de ellas
Cuando nos enteramos del fallecimiento de una persona estimada, no se debe uno precipitar para contactar con sus allegados salvo que seamos familiares directos (hijos, hermanos, padres, etc.).
Esto es así porque en los primeros momentos de duelo, las personas más próximas caerán en una fase llamada de «negación» de lo sucedido, de no aceptación de la pérdida. Y probablemente no podrán hablar, expresarse o recapacitar sobre lo acontecido. Tampoco estarán en condiciones de atender a nadie ajeno al círculo familiar estrecho.
En esta etapa se necesita tiempo, tal vez unas horas, para admitir lo sucedido, aceptarlo, y superar el segundo sentimiento tras la negación: la rabia por la pérdida.
En esta fase del duelo, no es tampoco aconsejable dar más tarea a los allegados directos ya que estarán inmersos en un sentimiento de frustración e ira por la pérdida.
Por eso, no debemos usar ni el teléfono ni el WhatsApp en estos momentos para dar el pésame y expresar nuestras condolencias.
Esperar a ser llamados
Durante estas dos fases del duelo (negación-rabia y frustración), suele haber algún allegado más entero que toma la iniciativa serena de tomar algo de distancia del grupo y, discretamente, comunicar a los seres más cercanos lo sucedido.
Es esta persona la más importante a la hora de transmitir el pésame ya que, al estar directamente en contacto con los familiares directos, podrá aconsejarnos sobre los siguientes pasos a dar, cómo, cuándo.
Y dónde, ya que, probablemente nos informe del tanatorio donde el fallecido reposará, una vez que se haya personado la empresa funeraria para el traslado del cadáver para su velatorio.
Una vez en el tanatorio
Una vez trasladado el féretro al tanatorio, las personas más próximas y familiares podrán, ordenadamente, y dando tiempos para asimilar tantas palabras de ánimo, abrazar a sus seres queridos y darles el pésame.
Esta fase del duelo pasa por la aceptación y asimilación de las reglas de la vida y por la recomposición de las personas que quedan en vida.
Si eres persona muy allegada podrás permanecer en el tanatorio todo el tiempo, arropando a los tuyos. Te lo agradecerán.
Pero si no lo eres, tendrás la discreción de expresar tus condolencias a las personas allí presentes con las que tuvieras trato y de saber cuándo es el momento oportuno para desvincularse del acto social que representa el velatorio y dejar que otros tomen la iniciativa de trasladar sus condolencias.
Dar el pésame
Dar el pésame debería ser un acto sincero y honesto por parte de quien lo da. Si no se tenía una buena relación con la persona fallecida o sus familiares bien valdría abstenerse de hacerlo.
En todo caso, dar el pésame por WhatsApp no es la mejor forma de congraciarse con alguien ya que para las personas de una determinada edad, se trata de un medio frío y distante, lejos de la calidez de la voz o del abrazo presencial.
Acompañar a las personas que quedan
Con el entierro de la persona o su incineración y el acto religioso, comienza una nueva etapa para los familiares del fallecido.
Dentro de los recuerdos que podamos mantener de esa persona que ya no está con nosotros, es recomendable celebrar un evento o reunión de familiares y amigos próximos para aportar cada uno su visión de la persona perdida y honrar su memoria.
También podemos pensar en guardar un recuerdo material, ya que también se está demandando cada vez más en las incineraciones un recuerdo como las joyas para cenizas o las urnas para guardar cenizas.
En uno u otro caso, se trata de recipientes, con forma de joya pequeña o de urna, donde podremos tener un pedacito de ese ser querido perdido en forma de cenizas. Y puede ser una buena opción de regalo al permitir conservar las cenizas, el pelo o incluso hilo de su ropa y tenerlos siempre con nosotros.
Si no sabíamos nada
Pasado el funeral, si somos conocidos de la persona fallecida y no sabíamos nada al respecto sobre la pérdida, lo mejor es llamar por teléfono o visitar a los familiares más allegados para trasladarles el pésame.
Y no estará de más disculparnos por nuestra desinformación y ofrecer cualquier ayuda o soporte. Será una bonita forma de expresar cariño y calor a quienes permanezcan tras la pérdida.