Vivimos tiempos difíciles de altibajos económicos, pandemias y mucha incertidumbre sobre la sostenibilidad de las pensiones futuras. Especialmente los próximos años hay que ir pensando en cómo vamos a preparar la jubilación.
En este post analizamos las formas de preparar la jubilación clásicas, basadas en el ahorro hoy (fondos de inversión, seguros de ahorro, etc.). Y también la puesta en funcionamiento de nuestro patrimonio (esfuerzo de toda la vida) a la jubilación mediante nuevas fórmulas como las hipotecas inversas.
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Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…
Los próximos 20 años vamos a asistir a un cambio generacional en el sistema de pensiones. La generación boomer se irá jubilando progresivamente y, no será porque no se nos ha advertido, las pensiones públicas van a cambiar.
La razón principal de este cambio será la ratio entre personas cotizantes por jubilado, que se va a acercar dramáticamente a una relación uno a uno.
Además de endurecerse los criterios para acceder a una pensión completa, las pensiones máximas irán menguando para acercarse a la pensión media del momento.
Además, la relación entre el último sueldo cobrado en activo, y la pensión pública obtenida (tasa de sustitución o de reemplazo), va a bajar drásticamente, nos guste o no. En la actualidad, en España está cercana al 80%, cuando en el resto de países de la OCDE, apenas supera el 50% (fuente OECD. Pensions at a Glance 2019).
Esto quiere decir que si con 65 o 67 años queremos disfrutar 15 o 20 años más al mismo tren de vida que antes de jubilarnos, vamos a tener que pensar en cómo preparar la jubilación desde ya.
Hipotecas inversas
Una fórmula financiera bastante desconocida en España, pero interesante para preparar la jubilación puede ser constituir una hipoteca inversa sobre nuestra vivienda habitual al jubilarnos.
¿Te imaginas que una entidad financiera te diera una renta mensual vitalicia de 500 a 1000 euros por tu vivienda mientras los dos sigáis vivos y viviendo en ella? Esto es, muy básicamente, una hipoteca inversa.
Si dispones de una vivienda ya pagada y bien valorada, puedes pedir a tu banco o aseguradora que te simulen este tipo de hipoteca. La idea es parecida a la de recibir un préstamo vitalicio con la garantía de tu vivienda, que al fallecer los propietarios de la vivienda:
- Se quedan los herederos siempre que devuelvan al banco la cantidad adelantada.
- Se vende por los herederos para devolver al banco la cantidad adelantada en vida a los propietarios recién fallecidos (capital más intereses del préstamo). Los hijos se quedan con la diferencia.
- Se renuncia a la vivienda por los hijos. O si no hay herederos, se la queda la entidad financiera.
Ventajas
La principal ventaja de esta fórmula es que no requiere ningún estudio de solvencia. Solo una propiedad inmobiliaria libre de cargas.
Gracias a tu esfuerzo de toda la vida pagando una hipoteca, a la jubilación tienes un activo que puedes volver a hipotecar a la inversa. Esta vez para recibir una renta mensual que complemente tu futura menguada pensión pública.
Otra ventaja es que los propietarios siguen siéndolo. La vivienda no cambia de manos, y la renta se puede cobrar siempre que sigan viviendo ambos, incluso aunque uno de ellos enviude.
Inconvenientes
Entre los inconvenientes destacaría que hay gastos de constitución, como en las demás hipotecas (sobre un 10% del valor de tasación de tu vivienda).
Y que, como todo préstamo, hay que estudiar las condiciones financieras del mismo. Y los compromisos jurídicos adquiridos en la escritura de préstamo hipotecario.
De hecho, algunas entidades pueden obligar al prestatario (la persona jubilada que hipoteca inversamente su vivienda) a firmar algún tipo de garantía adicional como un seguro de rentas.
Otro inconveniente es que los herederos, especialmente los hijos, deberían estar informados de esta fórmula antes de llevarla a cabo, para el día de mañana. Y deberían ayudarnos a la hora de entender bien, ellos y los propietarios, lo que se firma y los compromisos adquiridos.
Fondos de inversión
Otra opción de ahorro para preparar la jubilación es la de dedicar parte de nuestro ahorro actual, años antes de dejar de trabajar, a productos financieros. Los más interesantes son los fondos de inversión.
Un fondo de inversión agrupa el dinero de muchos pequeños inversores llamados partícipes y lo invierte en activos financieros de forma muy repartida.
Su gran ventaja es que permite invertir en bolsa al pequeño inversor de forma mancomunada. Y permite al fondo diversifica su cartera de inversiones en una cesta de valores (varias industrias, varios países o zonas, muchas empresas).
Esto reduce el riesgo y si se hace con inteligencia, permite obtener buenas rentabilidades.
El inconveniente es la fiscalidad. No hay reducciones en el IRPF por invertir en fondos. Todo lo contrario, los rendimientos obtenidos tributan en el momento en que se produce el reembolso parcial o total de la inversión.
Las plusvalías pagan un tipo impositivo fijo del 18%, sin que se tengan en cuenta el resto de rendimientos obtenidos por el inversor como consecuencia de su trabajo o de la realización de otras actividades económicas.
Planes de pensiones
Por su parte, los planes de pensiones han sido tradicionalmente una forma de ahorrar para la jubilación. En España se estima que más de 8M de personas tienen al menos un plan. La cuantía media ahorrada por español sería de 12.500 euros. Y el total invertido en planes de pensiones unos 100.000 millones de euros.
Sin embargo, debido a la política conservadora de inversión de estos dineros por las sociedades gestoras de fondos de inversión, su rentabilidad es pequeña si se compara con la de los fondos de inversión. Y la competencia entre gestoras (no las hay internacionales), también es menor. Esto hace que te cobren comisiones de gestión periódicas que menguan tu ahorro.
Y el Gobierno planea retirar los estímulos anuales en forma de deducciones en el IRPF anual por las aportaciones dinerarias a este tipo de productos. Así que, en mi opinión, estos productos dejarán de tener demanda en el futuro próximo.
PIAS
Finalmente, un producto de ahorro asegurador interesante y bastante desconocido es el Plan Individual de Ahorro Sistemático (PIAS). Técnicamente se trata de un seguro de ahorro (seguro de vida-ahorro).
Sí, oyes bien, un seguro de vida pensando en la supervivencia del tomador del seguro. El dinero ahorrado periódicamente desde años antes de la jubilación (cuanto antes mejor), se va invirtiendo en fondos según el nivel de aversión al riesgo del tomador.
La diferencia con los planes de pensiones es que no ofrecen ventajas fiscales en el año en curso. La aportación anual máxima a un PIAS es de 8.000 euros (240.000 euros en total en uno o varios PIAS).
Pero el tratamiento fiscal de estas sumas es muy favorable a partir de unos 10 años de ahorro, sin tocar el dinero. Y especialmente favorable si se retira este ahorro en forma de renta una vez alcanzada la edad de jubilación.
Aparte de la tributación de los rendimientos obtenidos, que hemos visto que es nula si se rescata el ahorro como renta vitalicia, sí deberás tributar en el momento del rescate por lo cobrado, anualmente.
Dependiendo de tu edad en el momento de rescatar tu ahorro en PIAS, así será el porcentaje de los rendimientos de capital mobiliario que pagarás en tu IRPF anual:
- Si tienes menos de 40 años, un 40%.
- Entre 40 y 49 años un 35%.
- Entre 50 y 59 años un 28%.
- Entre 60 y 65 años un 24%.
- Entre 66 y 69 años un 20%.
- Si tienes 70 o más años un 8%.
Como puedes ver, el PIAS incentiva la recuperación de una renta vitalicia a la jubilación, tributando las rentas recuperadas cada año como rendimiento del capital mobiliario pero a tipos muy pequeños a partir de los 70 años.
Prepararnos para la jubilación
Preparar la jubilación es una responsabilidad de cada cual.
El mercado nos ofrece muchas posibilidades de ahorro e inversión ahora (planes y fondos de pensiones), de ahorro (PIAS y demás seguros de ahorro). E incluso de activación de nuestro patrimonio el día de mañana, cuando necesitemos completar la tasa de reemplazo de nuestra pensión pública (hipotecas inversas).
Es bueno estar bien informados y depender de nosotros mismos el día de mañana lo más que podamos. Para ello hay que tomar decisiones financieras informadas siempre.