Los más conservadores te dirán que solo debes pedir un préstamo si no tienes ninguna otra opción. Pero lo cierto es que siempre que tomes una decisión meditada, pedir un préstamo es una posibilidad perfectamente válida. En este artículo, Matchbanker nos da algunas claves para decidir si pedir un préstamo.
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Primero. Merece la pena
¡Seguro que no lo habías pensado! Está claro que lo difícil es saber cuándo merece la pena. Pues bien, el punto de inflexión depende de tu situación personal, así que no podemos darte una respuesta clara.
Lo que sí podemos decir es que algunos consumidores son totalmente reacios a los créditos rápidos, por ejemplo, porque son muy caros. Si bien es cierto que lo son, en algunas situaciones pueden merecer la pena.
Por ejemplo, un préstamo de 100 € a 30 días puede costarnos unos 38 € en lo que sería un TAE de cerca de la friolera del 5000%. Visto así es difícil imaginar cuándo puede merecer la pena.
Pero existen algunos casos, por ejemplo, una multa de 100 € pagada con prontitud puede tener un descuento de 50 €, con lo cual estaríamos ahorrando unos 12 € con nuestro préstamo rápido. Y ganaríamos el tiempo necesario para cobrar nuestra próxima nómina sin perder la bonificación por pronto pago.
Si a eso le añadimos que seguramente no necesitemos el préstamo durante 30 días, sino que es probable que lo podamos devolver antes, la operación será todavía mejor.
Por supuesto es un ejemplo muy específico, pero lo realmente importante aquí es hacer cuentas para valorar lo que nos cuesta y lo que ganamos con el préstamo, sin dejarnos llevar por nuestras asunciones personales.
Segundo.Lo puedo pagar
Un error habitual es pedir un préstamo que se va a tener grandes dificultades para pagar. Esto puede tener consecuencias graves porque si no pagamos, es muy probable que acabemos en un registro de morosos.
Por muy buena oportunidad que vayamos a perder si no pedimos el préstamo, si tenemos dudas sobre nuestra capacidad de pago seguramente sea mejor abstenerse.
Para saber si lo puedes pagar no tienes más que comprobar tus ingresos y gastos regulares y aplicar un colchón de seguridad por si acaso ocurren imprevistos. Tampoco debemos ser poco realistas.
Si hoy nos resulta difícil afrontar un pago de 300 €, seguramente el mes que viene ocurrirá lo mismo, por lo que pedir un préstamo de 300 € a un mes no nos solucionará nada.
Sin embargo, quizá pedir 150 € y pagar los otros 150 € de nuestro dinero ahora, sí que puede ser una solución, porque de este modo cada mes pagaríamos la mitad y puede resultarnos mucho más cómodo.
Tercero. No hay otra opción mejor
La comparación es otra de las claves para tomar una buena decisión. Antes de firmar el préstamo debemos obligarnos a comprobar qué condiciones ofrecen otras entidades.
Realmente no es difícil ya que en internet existen multitud de comparadores. Por supuesto, también podemos valorar otras posibilidades como que nos deje el dinero un familiar o usar el crédito de la tarjeta de crédito.
Pero hay que valorar convenientemente los riesgos. ¿Son los intereses de la tarjeta de crédito más bajos que los del préstamo? ¿No necesito ese colchón de liquidez para posibles imprevistos?
Por otro lado, si vas a pedir dinero a un familiar o amigo, ten en cuenta que, además de tener que devolvérselo y que esta obligación no es más débil por el mero hecho de que no sea una empresa, en caso de que surjan problemas también puedes perder la relación con esa persona.