Con la llegada del verano vienen los esfuerzos por recuperar la línea perdida durante los meses fríos. Aprieta el calor y, de repente, la ropa ligera descubre un cuerpo en el que piernas, brazos y abdomen pueden tener más volumen del que nos gustaría. Es un momento de tensión. No nos gustamos del todo y en nuestra conciencia surge la preocupación por la pérdida de peso.
¿Qué soluciones existen para bajar de peso? Si preguntas a tu alrededor te hablarán de una nueva dieta, de un medicamento para adelgazar o de un método revolucionario. Y los querrás probar todos.
En este post te cuento mi experiencia personal con la pérdida de peso. Desde ya, te adelanto, que te enfrentas a una tarea que no se consigue en dos días. Y que requiere mucho esfuerzo y fuerza de voluntad.
Tabla de contenidos
El IMC como indicador del peso ideal…
Está claro que todos sabemos si estamos “gordos”, “gorditos”, “fofisanos” o en nuestro peso.
Para saberlo no hace falta la báscula. Basta con probarnos un pantalón o una falda que hace tiempo no llevábamos para saber si hemos engordado o no.
Sin embargo, la báscula puede ser el mejor amigo para iniciarse en la senda de la recuperación de nuestro peso ideal.
Gracias a ella, y combinando el pesaje periódico con la altura, podemos calcular el índice de masa corporal (IMC), también conocido por sus siglas inglesas BMI (Body Mass Index).
Pero sin agobiarse
Este índice, en mi caso, que propendo a corpulento desde la infancia, a mí me dice que me paso de la raya de un peso normal, rozando el sobrepeso.
Mido 176 cm y peso unos 82 kilogramos cuando debería pesar según las tablas IMC unos 76 a 78 kg.
¿Me agobio? Bueno, más bien, me acepto como “corpulento” y, eso sí, procuro cuidar otros aspectos como la actividad física y una dieta equilibrada.
La dieta es importante
Una vez que sabes por tu IMC cómo de pasado de kilos (en tu peso, con sobrepeso u obeso) estás, es el momento de revisar lo que comes y cuánto comes.
Y aquí, la verdad es que el conteo de calorías es importante. Si, ingieres más calorías de las que quemas por tu actividad física diaria, entonces no lograrás quemar grasa ni perder peso.
Una buena dieta equilibrada, a mi modo de ver, es la dieta hipocalórica, pero sin desfallecer.
Esta dieta debería tener como objetivo reducir entre 200 y 400 calorías sobre el aporte recomendado diario.
Para que sea equilibrada, tu dieta debería incluir de todo un poco, reduciendo las grasas y azúcares al máximo. En mi caso personal, tan solo con restringir el dulce (galletas, chocolate etc.) al final del almuerzo o la cena y la “fritanga”, logro no engordar o incluso adelgazar si lo combino con actividad física frecuente.
Qué dieta alimentaria seguir
Me temo que no te puedo ayudar. Mejor tu médico endocrino o un experto nutricionista, ya que dietas alimentarias hay cientos: bajas en calorías, bajas en grasas o carbohidratos, ayunos intermitentes, de la alcachofa, la de tu abuela, etc.
Para mí, lo mejor en términos de dieta es intentar ingerir menos calorías diarias que las habituales. Para ello, aparto de mí, aunque con pesar, el azúcar, el alcohol, las frituras, las galletas, los snacks, el exceso de pan y las carnes rojas.
Y abrazo, no sin disgusto, las verduras, las carnes blancas y el pescado azul, los lácteos desnatados, etc.
La actividad física también ayuda
Además de comer mejor, desde hace años, procuro cumplir con la regla de los 10.000 pasos diarios. Y también intento sacar fuerzas para acudir a clases dirigidas de gimnasia 4 ó 5 días semanales.
En estas clases la profesora nos enseña a cuidar y fortalecer la musculatura abdominal, la pélvica y la musculatura profunda de la columna (en mi caso, soy propenso al dolor lumbar).
La verdad es que, siguiendo esta actividad física diaria te sientes mucho mejor, al tiempo que sales de casa, socializas un poco y oxigenas el cerebro tras algunas horas de trabajo de escritorio.
Parafarmacia al rescate
Otro de los apoyos posibles en tu lucha por la pérdida de peso lo tenemos en la parafarmacia. Existen una serie de suplementos dietéticos que pueden contribuir a la bajada de peso quemando la grasa de tus zonas fofas.
A tu rescate vienen los productos basados en la cafeína, el té verde o los batidos de proteínas para adelgazar.
También dispones de pastillas para adelgazar de todo tipo: quemagrasas, aceleradoras del metabolismo, supresoras del apetito y energizantes.
Perder peso con cabeza
Sea cual sea el camino elegido, lo que está claro es que tienes que conocerte a ti mismo y saber dónde estás ahora y dónde deberías estar de forma razonable en términos de peso y forma física.
Si tu complexión es “robusta”, lo lógico es que bajes peso, pero conténtate con tu forma algo ancha, porque eso será muy difícil de cambiar.
Mucho más importante es cuidarse física y mentalmente, evitar el colesterol o el exceso de azúcar en sangre, controlar tu tensión arterial y llevar una vida social activa.
Y, si decides ponerte a dieta de verdad, confiar en el criterio profesional de un buen nutricionista o médico endocrino que supervise el proceso.
Para mí, la mejor dieta es aquella en la que eres capaz de bajar muy paulatinamente de peso en el medio plazo: unos 500 gramos semanales, 2 kg al mes, hasta situarte en una zona más cómoda y segura de tu IMC.
¿Qué tipo de dieta sigues tú?