Existen males que se prefieren llevar en silencio, aquellos que son referidos a trastornos producidos en la vía urinaria. Estos problemas incluyen todas aquellas enfermedades relacionadas con la vejiga, el riñón, el uréter y la uretra, y algunas que llegan a alterar de forma notable la función sexual del hombre (enfermedades urológicas masculinas).
Ante los más leves síntomas relacionado con estos órganos, lo más acertado es pedir una cita en alguna de las clínicas especializadas en tratamientos de urología. En la web del centro especializado Andromedi.com, se ofrece información útil sobre cómo tratar este tipo de problemas y, si es necesario, acudir a alguna de sus clínicas localizadas en Sevilla, Madrid y Tenerife.
A modo de introducción, cabe señalar que la mayoría de estos problemas se presentan en forma de cólicos (dolor abdominal que va variando de intensidad y puede ser muy agudo), que puede tratarse de forma sencilla y rápida. Pero, desafortunadamente, algunos si van producir alteraciones que pueden afectar incluso la vida sexual del hombre. Es posible que se produzcan situaciones de disfunción eréctil o de eyaculación precoz.
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Enfermedades urológicas según la edad
Existe un buen número de patologías relacionadas con la vía urinaria, un problema que está muy condicionado con la edad del paciente. De este modo, durante la infancia suelen presentarse infecciones de orina o incontinencia urinaria, bien por escapes involuntarios o por enuresis (emisión repetida de orina durante el día o la noche, en la cama o en la ropa, al menos dos veces por semana).
A la edad de 20 años pueden aparecer las primeras disfunciones sexuales, como la eyaculación precoz. A los 30 los problemas de fertilidad por deterioro de la calidad del esperma, ya sea por una menor producción o por la escasa movilidad de los espermatozoides. A partir de los 40, la disfunción eréctil es la protagonista, ya sea por factores hormonales, psicológicos, vasculares o neurológicos.
Por encima de los 50 años, se intensifican los problemas de disfunción eréctil y aparecen los problemas de próstata relacionados con su excesivo crecimiento o con la hiperplasia. Por último, una vez llegados a los 60 años de edad, el cáncer de próstata comienza a aparecer, además del resto de problemas mencionados.
Por este motivo, es necesario llevar a cabo visitas frecuentes al especialista. Este mantendrá cierta vigilancia y evitará o prevendrá posibles enfermedades con un diagnóstico precoz ante cualquiera de las patologías urológicas posibles.
Tipos de enfermedades urológicas masculinas
A continuación, se van a resumir brevemente las 4 patologías más frecuentes en las vías urinarias, sus causas, sus síntomas y su prevención.
Azoospermia
La ausencia de espermatozoides en la eyaculación afecta al 2% de los hombres, y es el problema más frecuente entre las parejas que no pueden tener hijos. Puede ser obstructiva o secretora, según el motivo que lo produce, que suele ser por tener un historial de prostatitis o infecciones genitales, un trauma o torsión en los testículos, ser fumador o consumir mucho alcohol, exponer los genitales a altas temperaturas, reparación de la hernia, testículos no descendidos o paperas después de pasar la pubertad.
Sus síntomas más claros son la imposibilidad de tener descendencia, bajo deseo sexual, dificultad para mantener una erección, hinchazón, disminución del vello… La mejor forma de prevenir este problema es manteniendo unos hábitos de vida más saludables en general.
Fimosis
Este problema aparece cuando el orificio del prepucio (piel que rodea al pene) es demasiado pequeño y no deja salir al glande. Se suele presentar cuando la punta del prepucio es demasiado estrecha, cuando la superficie interna del prepucio se fusiona con el glande o cuando el frenillo del pene es demasiado corto.
Vendrá acompañado de un coito doloroso, infección en el pene (balanitis), infecciones de orina, problemas en la micción y adherencias balanoprepuciales. Si la fimosis es congénita no hay forma de prevenirla, pero si no lo es, con una limpieza constante y el retroceso regular del glande, sin forzar, será suficiente.
Disfunción eréctil, impotencia
Esta incapacidad que se prolonga en el tiempo para conseguir tener o para mantener en el tiempo una erección que posibilite una satisfactoria relación sexual no debe considerarse una enfermedad en sí, sino un síntoma. De este modo, si no se da una causa psicógena, se trata de una afectación de vasos y nervios responsables de procurar una erección.
Las causas pueden derivarse del consumo de tabaco, la hipertensión, la diabetes, el envejecimiento, el sobrepeso, el consumo de medicinas, causas hormonales o neurológicas, el sedentarismo, causas psicológicas, como el estrés, la ansiedad y la depresión, pero, sobre todo, por enfermedades cardiovasculares. El síntoma más claro es una disminución en la calidad de la erección, tanto en rigidez como en tiempo. De nuevo, la mejor manera de evitar este mal es con cambios de hábitos hacia otros más saludables.
Incontinencia urinaria
La pérdida involuntaria de orina puede producirse en cualquier momento, ya sea al reír, al estornudar o al realizar un esfuerzo físico. Este problema no es una enfermedad de por sí, sino la consecuencia de una alteración en la fase de llenado vesical, algo habitual en un buen número de patologías.
Se produce por presión dentro de la vejiga, cuando esta es mayor que la presión de la uretra, pudiéndose crear por hiperactividad del músculo detrusor. Las causas pueden ser por problemas o daños neurológicos, alteración de esfínter externo, de los músculos del suelo pélvico o por el fallo del esfínter interno ante una lesión orgánica o mala relajación.
El síntoma es la pérdida de orina ante cualquier mínimo esfuerzo. Entre las medidas de prevención más eficaces, se incluye una buena dieta, evitar el sobrepeso y la obesidad. También ayuda reducir el consumo de bebidas carbonatadas, azucaradas y alcohólicas, así como las comidas picantes o no empujar al orinar.
Otras enfermedades relacionadas con las vías urinarias son la orquitis, la uretritis, la balanitis, la hidrocele, la pielonefritis, el varicocele, la enfermedad renal crónica, la hiperplasia benigna de próstata, la litiasis renal o la prostatitis.