En esta entrada te contamos Cómo funcionan los cigarrillos electrónicos.
Tabla de contenidos
Peligros del tabaquismo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tabaquismo es la primera causa aislada de mortalidad. Es responsable del 90% de los cánceres de pulmón, del 95% de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), del 50% de la mortalidad cardiovascular y del 30% de las muertes que se producen por cualquier tipo de cáncer.
El tabaco se apunta cada año el 16% de las muertes en mayores de 35 años y también afecta a las personas que sufren sus malos humos (fumadores pasivos), involuntariamente.
Siendo un problemón de salud pública, y poniendo aparte la fuente de ingresos tributarios que supone, las autoridades sanitarias promueven la prevención del tabaquismo (es lo que manda el artículo 43 de la Constitución sobre protección de la salud). También limitan su publicidad y su promoción y regulan* cualquier producto o subproducto del tabaco como los cigarrillos electrónicos.
Cómo funcionan los cigarrillos electrónicos
Los cigarrillos electrónicos han proliferado en los últimos años en todo el mundo, bajo el señuelo engañoso de que ayudan a dejar de fumar, cuando está demostrado que las sustancias químicas que se inhalan (dependiendo del cartucho líquido que se les aplique) son igual de perniciosas que las de los cigarrillos a los que pretenden sustituir, y el humo que expelen igual.
Partes de un vapeador
Técnicamente un cigarrillo electrónico es un dispositivo con el aspecto de un cigarrillo que consta de tres partes:
-una batería que ayuda a calentar el atomizador a cuyo interior entra el líquido del cartucho (compuesto por varias sustancias).
-un atomizador;
-un cartucho que almacena la nicotina líquida junto con muchas otras sustancias. El cartucho se puede sustituir una vez terminado por un recambio de múltiples aromas y cargas de nicotina (los hay sin nicotina).
Cuando el fumador succiona, la batería se activa, calentando el atomizador y el líquido se vierte en el interior del mismo y se convierte en vapor. Este vapor es el que es inhalado por el consumidor.
Propilenglicol y nicotina
Según el Portal de Salud de la Comunidad de Madrid, el líquido con el que se cargan los cigarrillos electrónicos contiene las siguientes sustancias: propilenglicol, glicerina, nicotina (entre 1 y 36 mg), saborizantes (tabaco, menta, frutas, canela, etc) y otros aditivos.
El propilenglicol y la nicotina son sustancias perniciosas para la salud por tres motivos:
-contacto con la piel y los ojos,
-ingesta accidental (incluso sólo chupando el envase abierto, vía las mucosas de la boca), o
-inhalación.
Los síntomas por intoxicación que se pueden producir son náuseas, vómitos, taquicardia, temblores, respirar dificultoso, etc.
Por todo esto el cigarrillo electrónico no se puede considerar un dispositivo seguro para la salud ni de aquellos que lo consumen activamente ni de aquellos que lo hacen pasivamente.
De hecho, las autoridades sanitarias los consideran productos del tabaco, que legalmente* son los productos destinados a ser fumados, inhalados, chupados o masticados, que estén constituidos, aunque sólo sea en parte, por tabaco.
Normativa relacionada
Es normativa del tabaco que hemos tocado en este post:
-Real Decreto-ley 17/2017, de 17 de noviembre, por el que se modifica la Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, para transponer la Directiva 2014/40/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 3 de abril de 2014 (ver online).
-Ley 28/2005, de 28 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco (ver online).