Según Wikipedia, el autocuidado es «la práctica de actividades que los individuos inician y realizan para el mantenimiento de su propia vida, salud y bienestar».
Hacer deporte, tener una vida profesional y social satisfactoria, relacionarnos con los demás o comer una dieta equilibrada sin ingerir calorías de más son formas de autocuidado.
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Autocuidado para la salud
Llevado al campo de la salud y del bienestar personal, tomar una pastilla es la primera medida a la que se recurre ante los dolores más frecuentes.
Cuando tenemos dolores de cabeza (67,9%), dolores de espalda (64,7%) o dolor de estómago (52,1%) los españoles recurrimos a la automedicación. ¿Qué otra cosa hacer ante pequeñas dolencias como fiebre, diarrea o un problema de gases o digestión pesada? ¿Se puede aliviar una infección de orina sin ir al médico? ¿Cómo hacer una automedicación responsable?
Riesgos de la automedicación
Pero lo cierto es que tomamos demasiados medicamentos sin consultar. Más del 80% de los pacientes toman fármacos para resolver dolencias. Además, se consulta Internet más que al médico.
La automedicación es la utilización de medicamentos por iniciativa propia sin ninguna intervención por parte del médico (ni en el diagnóstico de la enfermedad, ni en la prescripción o supervisión del tratamiento).
Automedicación responsable
Para síntomas leves y pasajeros, hablamos de automedicación responsable cuando se recurre a ella para tratar síntomas menores como el dolor, la fiebre o la acidez de estómago.
Pero si los síntomas se mantienen durante un tiempo ilimitado y no recurrimos a los profesionales sanitarios, estamos cayendo en la automedicación irresponsable.
Automedicación irresponsable
De hecho, este recurso propio y desinformado a la automedicación irresponsable tiene riesgos desconocidos por nosotros los pacientes en la mayoría de los casos.
Son ejemplos de riesgos de los medicamentos:
- la toxicidad (efectos secundarios, reacciones adversas o incluso intoxicación);
- la pérdida de efectividad al usarse medicamentos contraindicados;
- el enmascaramiento de procesos clínicos graves (y consecuentemente el retraso en el diagnóstico y tratamiento correcto);
- las interacciones con otros medicamentos y
- las resistencias a los antibióticos (dejando de ser eficaces en adelante en nuestro organismo).
Autocuidado y formación
El autocuidado correcto necesita formación y responsabilidad. Para fomentarlo, hay que
“mejorar la autonomía de los ciudadanos, tratando de promover su participación en los cuidados de la salud y garantizar información rigurosa e independiente a los pacientes y sus familias”, según María Fernández, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
Aunque la población cada vez hace más cosas para cuidar su salud, sobre todo los más jóvenes, aún queda mucho por hacer.
El autocuidado persigue mejorar la salud, prevenir la enfermedad y evaluar síntomas.
“Eso requiere un aprendizaje y ahí los médicos de familia jugamos un papel clave. La familia, la escuela, el entorno social y el personal sanitario también pueden capacitar a las personas para un mayor y mejor cuidado de su salud”, apunta la doctora Elena Muñoz.
Una estrategia esencial en los modelos sanitarios
El envejecimiento de la población y el aumento de las enfermedades crónicas justifican que cada vez sea más urgente el autocuidado.
“La persona que ha vivido autónoma y empieza a tener algún grado de dependencia se encuentra en una situación anómala que afecta de forma negativa al modo en que se ve y cómo se valora a sí mismo, así como a su autonomía y bienestar».
«En personas de edad avanzada y con varias patologías, tiene gran importancia promover estrategias de autocuidado adaptadas a sus habilidades y posibilidades”, según Muñoz.
Efectos positivos
El autocuidado disminuye la dependencia, mejora la autoestima y calidad de vida y favorece la implicación de los pacientes en los cuidados y el cumplimiento del plan terapéutico prescrito.
La automedicación es una solución parcial al aumento del coste de la atención sanitaria. Para la doctora Muñoz, el control del individuo sobre su salud es “un derecho de todas las personas, que debe fomentarse al máximo hasta el final de la vida”.
El autocuidado se consigue llevando un estilo de vida saludable y acciones preventivas.
“El desafío es que el individuo pase de una actitud pasiva, de receptor de cuidados, a una activa o proactiva, de búsqueda de bienestar y de responsabilidad sobre su propia salud”, sentencia.