Es indudable que se está produciendo un incremento de consciencia de la necesidad de mantener el cuerpo en condiciones tan saludables como sea posible. Dentro de esta tendencia se enmarca la paulatina demanda por productos naturales, cuya obtención, frecuentemente, se basa en conocimientos tradicionales.
Así, se viene asistiendo a un aumento del interés por el conocimiento de recetas, productos y hábitos antiguos que han demostrado proveer una mejor calidad de vida y ayudar a la salud de las personas en las culturas de las que son originarios.
Según datos del Allied Market Research, la valoración actual del mercado de alimentos y bebidas naturales supera los 120.400 millones de dólares, y se prevé que supere la cifra de 361.000 millones hacia 2031. Esto da idea de la intensa demanda que los ciudadanos expresan por este tipo de productos y de cómo los consideran beneficiosos para su salud.
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La kombucha, ejemplo de alimento natural y saludable
Las bebidas naturales no escapan a esta tendencia global. Por ello cada vez se encuentran más presentes en nuestros mercados.
Una de las bebidas estrella en los últimos años es el té fermentado conocido como «kombucha», una bebida probiótica refrescante elaborada por fermentación de mezclas de té, de ligero sabor ácido, fresco y herbal, que contiene numerosas sustancias potencialmente beneficiosas para la salud.
Aunque su origen se remonta la China rural de hace 2000 años, siguiendo costumbres familiares para su preparación en el ámbito doméstico, resultó que, conforme comerciantes y viajeros iban descubriendo las bondades de esta bebida natural, su elaboración y consumo se fue extendiendo hacia Rusia, por el interior continental, y hacia el área del Pacífico (Japón, Sureste asiático, etc.).
En la última década, y partiendo de ese conocimiento tradicional, diversas compañías invirtieron en mejorar la técnica de producción con el objeto de lograr una mayor y cómoda disponibilidad y, sobre todo, alcanzar unas condiciones de seguridad alimentaria según los estándares requeridos, especialmente, por gobiernos de países occidentales.
Así, invirtieron en la optimización del control del proceso (estudio de las cepas microbiológicas y de sus proporciones idóneas para la fermentación, recuentos celulares, etc.), la higienización de tanques de fermentación y la monitorización de los procesos de envasado.
Estos factores han incrementado la demanda mundial de kombucha. Al ser una bebida que deriva de dos tipos de té (el té Oolong y el té verde), mantiene sus beneficios (cardiovascular, cerebral, antioxidante celular, etc.), combinados con las propiedades probióticas.
Estas propiedades son muy útiles para el aparato digestivo, y mejoran la ingesta diaria de vitaminas B y C, manganeso, zinc y cobre.
¿Dónde conseguir té kombucha?
Lo primero que debe resaltarse es que no se recomienda su preparación en casa, dado que se trata de un producto de compleja fermentación en el que intervienen diversas especies de microorganismos. Es por ello que es extremadamente sencillo que se produzcan contaminaciones que no necesariamente detectaríamos al beberla.
Por ello, se recomienda siempre su adquisición en comercios, en envases mantenidos y dispensados en condiciones adecuadas de conservación y que hayan sido sometidos a controles de calidad.
Existen diversas marcas y formatos que pueden adquirirse a través de supermercados. Por ejemplo, puedes buscar «kombucha Mercadona» en Google o «kombucha Lidl» en la propia web de la firma alemana para encontrarlas fácilmente. Su precio oscila según la marca y el tamaño del envase. El de una botella de 250 ml estaría entre 1.6 y 2€.
Aunque existen diversas variaciones de preparación, en los comercios se encuentran generalmente presentados con jengibre y limón -lo que produce una mayor impresión de frescor- o bien con extractos de frutos rojos.