La presencia de parásitos es uno de los principales riesgos que presentan las mascotas. Su detección no es fácil y llevar a cabo medidas preventivas o curativas, cuando se confirma la parasitación, es la mejor opción para garantizar la buena salud del animal. Un ejemplo habitual de esta situación lo representan las pulgas en perros.
Son muchos los bichos que le pueden afectar, tanto internos como externos, por lo que la puesta en marcha de acciones concretas o tratamientos es imprescindible para conseguir que el perro se encuentre en las mejores condiciones.
La infección puede llegar desde dentro, a través de las diferentes variantes de gusanos que se generan en el interior del cuerpo. Los pulmones, el corazón y los ojos son los órganos que más se exponen a este problema.
Los riesgos externos llegan, generalmente, en forma de garrapatas y pulgas, si bien no son los únicos peligros. La sarna, que puede ser demodécica, generadora de enfermedades cutáneas, o sarcóptica (de condición muy contagiosa) es también otro tipo de infección que puede afectar al animal.
Algunas de estas afecciones pueden, incluso, trasladarse a las personas, por lo que la necesidad de buscar soluciones se presenta indiscutible.
El mejor tratamiento para prevenir o curar estos problemas es la desparasitación, que se debe realizar de forma interna y externa para conseguir una doble protección que garantice unas condiciones óptimas.
El proceso incluye una acción mensual, ya que hay parásitos que presentan una vida no superior a ese tiempo. Optar por una frecuencia más diluida no garantizaría la total seguridad para el animal.
El objetivo es aportar una dosis concreta en un momento determinado, ya que solo así se puede eliminar por completo cualquier tipo de riesgo asociado a la parasitación, ya llegue éste desde el interior del cuerpo o por elementos procedentes del exterior. En ese sentido, la aplicación mensual es la opción óptima.
Condicionesde vida del perro
El tratamiento de desparasitación tiene en cuenta diferentes condiciones de vida relacionadas con el animal, como la edad, el tipo de vida que lleva, donde se valora si convive en casa o en el exterior o las condiciones diarias; y la situación geográfica.
Los riesgos cambian según la situación de cada perro y esto afecta directamente al tipo de tratamiento utilizado.
El producto utilizado en el tratamiento debe contemplar, indispensablemente, una serie de garantías, como la prevención contra gusanos, garrapatas, pulgas y diferentes estilos de ácaros que pudieran tener una incidencia negativa sobre el animal.
Otro aspecto relevante es que dicho producto debe, asimismo, prevenir un posible contagio a los seres humanos. La aplicación se realiza una vez al mes, mediante comprimidos que son apetitosos e interesantes para los perros, de manera que éste no se da cuenta que está siendo sometido a un tratamiento.
Es la mejor vía para asegurar que el animal se encuentra protegido durante todos los días del año.
Esto le da una total libertad de movimientos y aporta tranquilidad a su dueño, consciente de que puede salir a pasear en cualquier sitio porque el riesgo de acoger parásitos se ha eliminado.